No solo café /Azalea Lizárraga
Apenas inició el periodo oficial de las campañas políticas y
la ciudadanía común y corriente ya presenta señales de hartazgo respecto de la
forma en la que se han presentado las opciones partidistas, en estos tiros de
calentamientos en los que se convirtieron las precampañas y que padecimos
intensamente los sonorenses.
No extraña que haya hartazgo entre los adultos que ya le
conocemos las orejas al lobo; pero hablar de molestia o desánimo entre los
jóvenes, sí es algo que debería preocupar a los candidatos a los diversos
puestos de elección popular y, por supuestísimo, a los partidos que los
postulan.
Estamos ante un ambiente de rijosidad no solo en las redes
sociales –aunque allí sí se tiran a matar, al fin y al cabo que en el anonimato
todo se puede- sino también entre los grupos de simpatizantes o colaboradores que,
en determinado momento se encuentran en un punto geográfico de la entidad, lo que
pudiera degenerar y propiciar escenarios nada favorables para la convivencia
ciudadana, como lo sucedido semanas atrás en Cajeme, o que no contribuyen a garantizar
que el día D transitará sin eventos preocupantes, desde cualquier punto de
vista.
Decía Mario Benedetti que “Cuando los odios andan sueltos,
uno ama en defensa propia”. Y en este sencillo pensamiento deberíamos todos
reflexionar, pero sobre todo, los estrategas de las campañas negras que según
los tratados de mercadotecnia política deben existir en todos los equipos de
campaña, aunque se niegue su existencia en el esquema oficial y en nuestro “yo”
interno menospreciemos a sus integrantes.
Pero allí están, agazapaditos o no, pero listos para tirar lodo,
insultar y denostar; preparados para ejecutar todo aquello que tienda a crear
ambientes de sospechosismo porque, a final de cuentas, lo que se busca es
restarle puntos al contrincante.
Afortunadamente, parece ser que, al menos en lo que respecta
a los punteros por la gubernatura del estado, empiezan ya a fluir propuestas concretas
para la ciudadanía. Tanto Javier Gándara Magaña como Claudia Pavlovich Arellano iniciaron esta semana con discursos más
propositivos y concretos. De hecho, ya está en el ambiente el planteamiento de
las propuestas de lo que deberá ser la plataforma de gobierno de cara a la
ciudadanía y que deberán manejarse como sus objetivos y metas a alcanzar en
caso de ser uno de ellos el o la elegida por los sonorenses para llegar a la
oficina más refrigerada del Palacio de Gobierno.
La priista Claudia Pavlovich Arellano comparte ya su visión en
un sencillo decálogo para lograr un “Sonora de 10” y el panista Javier Gándara
Magaña nos promete millones para garantizar el crecimiento diferenciado en cada
una de las ciudades neurálgicas del estado. Espulgadas ambas propuestas, puede que busquen
aterrizar en lo mismo; pero las estrategias para lograrlas son las que, tal
vez, podría uno calificar como dependientes del partido que las impulsa.
Independientemente de ello, creo que esta segunda etapa
puede servir para quitarles ese cuestionamiento ciudadano respecto del ambiente
en el que estaban inmersos ambos candidatos y logren rescatarse a si mismos de
los dimes y diretes de sus respectivos partidos políticos y del cordón
umbilical que les endilgamos respecto de los supuestos “padrinos” que los
impulsaron –contra viento y marea- para llegar a ser hoy los candidatos a la
gubernatura de Sonora. Por lo pronto, en estas próximas semanas, ambos
candidatos habrán de recorrer los municipios más significativos del estado,
electoralmente hablando, para plantearnos qué se debe hacer; esperemos les
alcance el tiempo para decirnos el cómo y de dónde se harán de los recursos
para aterrizar sus propuestas; no vaya siendo que todo lo quieran sacar con
alza de impuestos, como suele suceder.
Acostumbro comentar con gente joven respecto del clima
político en la entidad y el común denominador de ellos manifiesta sentir un
rechazo por las campañas negras en la que –según ellos- todos los candidatos de
todos los partidos están involucrados, sobre todo los que buscan la gubernatura
y presidencia municipal, y expresan con desánimo que lo único que logran es el
descrédito tanto del que se trata de enlodar pero también del que sale beneficiado
con ello, porque no falta el cómo ni el cuándo se percatan de las medias
verdades y mentiras que se manejan en cada situación. Para algunos, es el
acicate para unirse a X o Y candidato; para otros, el desánimo para acudir a
votar porque tan malo es el pinto como el colorado; para la mayoría, la
indiferencia por participar en la política.
Si como dice Claudia, “Es el tiempo de los
jóvenes” y queremos ver a “Sonora como una sola familia”, dejemos de lado la
denostación, procedamos conforme a derecho y llevemos a tribunales lo que esté
mal hecho “por éste, ése o aquél”. No
hagamos de esto un circo de dos pistas, donde en el primero enchilan a la gente
y en el segundo se ponen de acuerdo los “altos mandos” y, al final de cuentas,
no pasa absolutamente nada en cuanto a procuración de justicia y castigo a los
culpables. Lo único real es que la sociedad se divide y “los de arriba” se siguen
repartiendo ese enorme pastel en la que
se ha convertido el ejercicio del poder en México