Me precio de tener amigos, compañeros y “similares” de todos los colores partidistas, de todos los estratos y niveles en la jerarquía que da estar -o no- en el poder o los escalafones políticos del servicio público. Algunos tan solo se lo creen, otros lo sufren y los hay quienes lo gozan a plenitud, en el sentido más amplio y pulcro de lo que implica ser un servidor público con poder. Y todos ellos son muy “comunicativos”; que lo hagan con sesgo o chanfle, esa ya es otra historia.
Así que mientras algunos opinan que en el blanquiazul “no pasará nada” con la salida de Ma. Dolores del Río de las filas del partido en el que militó por más de 17 años, donde se formó y adquirió un considerable capital político; son más, muchos más, los que manifiestan una intensa preocupación porque según ellos Hermosillo se encuentra en estos momentos segmentado en tres grandes bloques, uno de ellos con etiqueta indeleble para el PRI –que cada día se ve más competitivo-; pero el segmento que anteriormente era casi un solo bloque afín al blanquiazul, se ha fragmentado entre Damián Zepeda y Ma Dolores del Río, lo que trae muy preocupados, si no a las dirigencias, sí a los panistas de a pie que pugnaban por elección de candidaturas en base al voto de una militancia que hoy se siente confundida por lo que está pasando en el interior de su partido. Y mire usted que si la Lola dice que su nombre estará en las boletas electorales, solo será para restarle votos al blanquiazul, porque ni modo que sea al priismo.
Y mientras el engrudo se hace bolas, ella sigue trabajando con su proyecto ciudadano Yo soy Hermosillo y atrayendo, como moscas a la miel, a liderazgos de otros partidos que ven en su persona, a lo mejor no un triunfo contundente en la alcaldía de la capital, pero sí una forma segura de acarrear votos para sus siglas y garantizar su permanencia en el tinglado político estatal.
Tan solo este pasado miércoles, presentó un proyecto ciudadano con visión de futuro que las autoridades municipales, quiéranlo o no, deberán tomarlo en cuenta para trabajar por el Hermosillo que todos queremos y merecemos. El diagnóstico y las propuestas están sobre la mesa, la ciudadanía lo sabe, los partidos también.
¿Y Ma. Dolores? Por ahora solo se deja querer y sonríe enigmáticamente.
Reconocer enaltece: UniSon
No importa si es
una empresa privada o una institución de carácter público, la mayoría
menospreciamos, y muy pocos entendemos, el significado y aportación de los empleados
administrativos para el logro de los
objetivos que se persiguen en dichos centros de trabajo. Y si a esto le sumamos que existan
sindicalizados, ser integrante del “personal de confianza” nos produce -irónicamente- mucha desconfianza.
Prácticamente los vemos –y lamentablemente también los hacemos sentir- como
trabajadores de “otro nivel”, por no decir “de segunda” o menor categoría a la
nuestra.
Pues podríamos
decir una misa al respecto, pero este pasado lunes la Universidad de Sonora
otorgó, por primera vez en sus siete décadas de existencia, un merecido
reconocimiento a los hombres y mujeres que operan desde el anonimato que da
pertenecer al sector de los trabajadores administrativos de confianza y que,
tal y como dijo el señor rector, era de justicia reconocerles su callada y
muchas veces incomprendida labor para que los engranes de la máxima casa de
estudios de Sonora se mantengan aceitaditos al cien por ciento, ya que su trabajo
va paralelo al que realiza el sector de los académicos y trabajadores manuales
y de servicios sindicalizados, para cumplir con los fines educativos que son la
razón de ser de la máxima casa de estudios de Sonora… y como jocosamente nos
decía uno de los interfectos reconocidos por 30 años en estos menesteres, un
gremio universitario sin ninguna huelga o paro de actividades en su haber, algo
que deberíamos agregar a su favor.
Todos manifestaban
su alegría por el reconocimiento otorgado a su desempeño de décadas, expresando
abiertamente que lo veían como un factor estimulante y alentador de que soplan
nuevos aires al interior de la UniSon, a pesar de las tribulaciones y congojas
por las que atraviesa cada año la máxima casa de estudios de Sonora que, irónicamente, no logra le sea aprobado un presupuesto justo
y adecuado a sus necesidades, considerando su población y la calidad de su
oferta educativa, científica y cultural.
Cuestionado sobre
el porqué hasta ahora se les reconocía públicamente su labor, el rector de mi Alma Mater, Heriberto Grijalva
Monteverde -que como él mismo dice, nunca se queda callado- solo acató a
responder: No lo sé, pero desde ahora la institución instituyó este espacio de reconocimiento y
agradecimiento a la vez. Algo así como
predicar con el ejemplo, ¿no les parece?
Enhorabuena a los
muchos amigos y amigas que se sentían emocionados no solo por el estímulo
económico que lleva aparejado, sino por el significado de la ceremonia en sí,
entre ellas: Lupita Guevara y Lolita Leyva, que llegaron a 52 años de servicio
activo… toda una vida. De mis grandes afectos: Julián Moreno Alegría, que
aunque solo tiene 25 años trabajando en la UniSon, ya se siente Matusalén. Ni
aguanta nada...
No solo café
Azalea Lizárraga
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