Huatabampo ha experimentado cambios profundos en su desarrollo cultural en los últimos sesenta años. A pesar de los avances en algunos aspectos, se extraña una parte importante de su rico y excitante pasado. Por ejemplo, de los tres cines que funcionaron hasta 1988, ahora no contamos con ninguno; la gente extraña a los médicos caseros, como los doctores Moreno, Romo, Bracamontes, Gómez, Pardo y Valenzuela entre otros -esos que traían sus propias jeringas, mezclas y medicinas-, y se convertian en amigos de las familias, inspiraban confianza, representaban alivio, y acostumbraban visitar a los enfermos por las tardes en sus domicilios. Esos ejemplares ahora son rara avis, porque en los tiempos que corren, todos los pacientes deben asistir a los hospitales a consultas y revisiones mínimas y por lo general, con doctores que ellos no escogieron. Gajes y costos de la ampliación del derecho a la salud, sin duda.
Antes cada quien velaba a sus muertos en sus domicilios. Ahora, por mayor comodidad y por un cambio cultural y económico, a una gran parte se les vela en las agencias funerarias. En el medio rural la costumbre prevalece, básicamente por cuestiones económicas y culturales.
Antes, a los panteones se les cuidaba celosamente por dentro y por fuera, ahora son un desastre, todo se roban, desde las flores recién colocadas hasta las figuras religiosas que daban identidad a cada aposento. Los panteones ahora son nido de vagos y borrachines.
La ausencia de televisores –hasta el boom de las olimpiadas en 1968- fomentaba la plática vecinal en la colonia y los barrios e impactaba favorablemente en la educación básica. La plaza pública representaba un lugar de confluencia para el descanso, la comunicación social y el intercambio de experiencias entre vecinos de todas las generaciones, y también para los bailes y los eventos de colaboración ciudadana, como las actividades voluntarias para recolectar fondos para escuelas, Cruz Roja, bomberos, asilos o ceremonias conmemorativas como festivales y kermeses. Hasta hoy, lo ruidoso ha sustituido al diálogo vecinal, y la vulgaridad le va ganando a los valores tradicionales.
Antes funcionaban muy bien los clubes de servicio -daban becas, construían escuelas, ayudaban enfermos- y había varios; hoy ya casi no funciona ninguno, ni sesionan cada semana como antes. El Club de Leones, por ejemplo, por muchos años pesó políticamente y sirvió como un punto de convergencia de la mejor participación vecinal para hacer trabajo comunitario. Todos los pioneros fueron gestores naturales y sus obras fundamentales todavía perduran. Se les extraña.
En Huatabampo seguido se contrataban artistas y orquestas de lo mejor: Pérez Prado, Los churumbeles de España, Cuco Valtierra, Ramón Márquez, Luis Alcaraz, Luis Aguilar “El Gallo Giro” y Pedro Infante, entre otros, visitaron en distintas épocas el pueblo. A muchos de ellos, -cuando no había televisión y la radio apenas despuntaba- se les conocía solo a través de las caravanas artísticas que viajaban de México a Tijuana pasando por los cines de los pueblos. Los artistas convivían con la gente, la mayoría no eran soberbios ni se sentían soñados, vivían de su talento y de la gente.
En 1930, el año en que llegaron al pueblo los refrigeradores de petróleo, fue creada la Sociedad Mutualista Hidalgo, como una modalidad de organización para la solidaridad y el aseguramiento de las personas -antecedente inmediato de la seguridad social-. La mutualista recogía la tradición del Club Democrático de Obreros y Artesanos “Miguel Hidalgo”, que a principios del siglo XX se fundara para fomentar el debate político -ante la ausencia de partidos políticos- e impulsar candidaturas como la del primer presidente municipal Pedro Zurbarán. Su primer dirigente fue Anastasio “Tacho” Barreras, de oficio talabartero y posteriormente presidente municipal. Hasta el momento la mutualista se ha conservado y fomenta la diversión y el apoyo solidario.
En 1948, siendo presidente municipal Don Nacho Velderráin se crea el Casino Social con su primer presidente Alfredo Santini Escalante. En 1953 se funda el Club de Gatos, con una primera directiva encabezada por Luis R. Castro, Eleazar Rubio y Aurelio Nieves Escamilla.
Pedro Infante cantó en Huatabampo en dos ocasiones: en 1945 en el “Cine Royal” de Don Felizardo Velderráin Campoy y Rubén Velderráin Murillo, los pioneros del cine en la región, como parte de un elenco artístico. “Preocupado por la ausencia de Infante y con la multitud de gente esperando a la hora convenida, don Rubén fue avisado a tiempo de que éste ya había llegado al pueblo, pero que estaba comiendo algo y le pedía lo esperara unos minutos más.” Eran los tiempos de verdaderas artistas de la comida popular, auténticas señoronas de la cocina como doña, Cata Quintero, doña Lola, doña Caro, Concha Moroyoqui, Gloria Acosta, Isabel Quijano, y Rufina de Payán. Algunas sobrevivieron la transición entre el viejo (1918) y el nuevo (1953) mercado municipal.
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Bulmaro Pacheco
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