Con pocos meses en el cargo de secretario general de la Sección 28, Fermín Borbón Cota ya embonó todas las piezas en el tablero interno de la organización sindical. Ahora el profe alamense se dispondría a poner orden en herencias que considera nocivas y definitivamente cortará de tajo cualquier intento de posibles chantajes que buscarían ponerlo a prueba.
Fermín y sus colaboradores de confianza actuarán con firmeza en algunos frentes abiertos con todo el poder que brinda la organización sindical, pero también utilizando recursos legales para dirimir controversias. El primero en la lista, contra quien ya se está actuando, sería el contador público Germán Leyva Aldaco, por muchos años al servicio de la Sección 28 del SNTE como auditor externo.
El motivo: Falta de ética en el desempeño de labores, amenazas y alianzas raras con personajes del pasado para atacar a la organización. Hasta donde sabemos, el caso podría ser presentado en el seno del Colegio de Contadores. O sea que hay una cédula en peligro.
Leyva Aldaco es una herencia de anteriores comités seccionales de la Sección 28. De acuerdo a reportes extraoficiales, el contador exigía honorarios que cotizaba en algo así como 300 mil pesos.
Está bien, contador, habrían contestado colaboradores de Fermín Borbón, presente las pruebas de ese trabajo que se le debe y aquí se lo pagamos. Pero al parecer la demanda de ese dinero no tenía soporte de trabajo realizado.
La postura de los sindicalistas molestó al contador, quien descargó su coraje con colaboradores de Fermín Borbón, llegando al punto de las amenazas, con la exhibición de información contable interna que supuestamente obra en su poder, pero además con advertencias de cobrar revancha en su faceta de editor de una revista.
Por lógica elemental, el auditor externo tendría información comprometedora de anteriores administraciones, no de Fermín Borbón. El actual secretario general tiene pocos meses en el cargo. Obviamente no tiene cola que le pisen ni muertitos en el closet.
El contador Leyva ya conocía de antemano el terreno que pisaba. Si fue a la guerra sin fusil en su salud lo hallará.
A propósito, el buen amigo David Parra Medina, uno de los más cercanos colaboradores de Fermín Borbón, sufrió en carne propia lo que podría considerarse como un daño colateral de este caso, al ser atacado duramente por Alejandro Oláis Olivas, en sus hojas sueltas.
David aguanta. Sabe que el que no quiera ver fantasmas que no salga de noche. Pero lo criticable del juego de palabras que utilizó Oláis es que la hija mayor de David, una chica universitaria, leyó lo escrito por el periodista que fue exiliado por Eduardo Bours cuando algo escribió en contra del padre del ex gobernador. Al respecto, Bours habría dicho: Mi carnal Ricardo y yo tenemos el lomo bastante amplio para que nos echen, pero que no se metan con nuestros padres.
Dicen que por eso Oláis vivió un sexenio fuera de Sonora, cuando venía de saborear las mieles con Armando López Nogales.
Aparte de ser miembro del comité seccional de la 28, David es periodista. Edita el tabloide Percepción, medio del cual soy colaborador. Quizá Alejandro lo desconozca pero yo se lo puedo informar: Percepción no factura ni ha facturado ni un cinco a la Sección 28 del SNTE. Si por ahí se buscó golpear, es prueba del desconocimiento sobre el tema.
Y según recordamos, a Oláis no le ha ido nada bien en pleitos que ha sostenido con compañeros de gremio. Mal le fue con Feliciano Guirado Méndez, un caballero en el trato personal pero bravo como él solo en el oficio periodístico, y ni se diga del breve combate epistolar que tuvo con Francisco Javier Ruiz Quirrín. A la primera de Primera Plana, Oláis pidió paz.
Irremediablemente, David Parra contestará los halagos recibidos por Oláis, a su tiempo, suponemos. A ver cómo le va a Alejandro en este nuevo combate, en el que a lo lejos se ve una figura conocida en la Sección 28, que podría tener vela en el entierro.
Esto es parte de lo que está desencadenando el contador Germán Leyva Aldaco. Esta herencia podría ser finiquitada en breve. Estaremos atentos en el desenlace.
José Luis Parra
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