Diálogo
David Figueroa
La Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó las cuatro
solicitudes de consulta popular propuestas por el mismo número de partidos
políticos, y la algarabía inicial por contar al fin en México con una Ley de
Consulta Popular terminó.
De la ilusión por una Reforma Política de avanzada que empoderaba al
ciudadano, pasamos a la decepción de ¿para qué sirvió? En marzo de este mismo
año fue publicada en el Boletín Oficial de la Federación la nueva Ley de
Consulta Popular tan llevada y traída por los partidos políticos y tan presumida
por el mismo Gobierno Federal.
Y con su aprobación se vino una andanada de propuestas de consulta
popular de parte de los diferentes partidos políticos: primero fue el PRD y
Morena con el tema de echar atrás la Reforma Energética; luego el PAN sobre
aumentar el salario mínimo; y finalmente el PRI sobre la reducción de diputados
y senadores plurinominales.
Una tras otra las cuatro fueron rechazadas por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación bajo distintos argumentos según el caso. La Constitución
establece que el Derecho se tiene que interpretar por la forma que le otorgue
más garantías y derechos al ciudadano, pero a nuestro juicio la SCJN interpretó
exactamente lo contrario.
Nadie en su sano juicio puede rechazar el valor que tiene para los equilibrios democráticos un
instrumento como la consulta popular.
Bastaron pues ocho meses para que la funcionalidad de esta ley quede
hoy en entredicho, y más allá, la evidencia de la inutilidad del gasto que ha
representado para el país.
30 millones de pesos costaron al INE estas cuatro solicitudes en
personal y arrendamiento de espacios y equipo para verificar las solicitudes; más el gasto de cada partido para recabar las firmas y
promover las iniciativas, espacios en medios nacionales, etcétera.
De los más de 16 millones de firmas recabadas por los cuatro partidos
políticos, 11.5 millones de fueron validadas por el Instituto Nacional
Electoral; y la pregunta es ¿Dónde queda la opinión de estos ciudadanos?
La figura de la consulta ciudadana ha naufragado en
el sistema de justicia en nuestro país. Seguimos haciendo las cosas densas,
pesadas y burocráticas en México mientras el país se debate en temas tan fundamentales
como la inseguridad y una economía débil.
¿Cuándo iremos a actuar con sensatez para mandar el
mensaje de que los políticos y las instituciones verdaderamente están al
servicio del ciudadano? Mejor aún, para demostrar que así es o debe ser.La
clase política sigue siendo ineficiente en entender al ciudadano, en
involucrarlo y escucharlo. Los esquemas que tenemos de participación ciudadana
siguen siendo ineficaces, y luego reclamamos que la gente no quiere participar
o no va a votar.
Claramente algo no estamos haciendo bien.
Por ejemplo en países desarrollados como Estados Unidos, estos
mecanismos de consulta son sencillos y prácticos, siendo una verdadera
herramienta de empoderamiento ciudadano, que tristemente a partir de estas decisiones
de la SCJN, hoy podemos afirmar que no contamos con ellas.
Tenemos una Ley de Consulta ciudadana, pero seguimos sin escuchar a
los ciudadanos y sin mecanismos eficientes para conducir la voluntad de los
mexicanos. Todo cambia para seguir igual, una iniciativa que se presume como
Reforma de avanzada pero que no reforma nada.
La pregunta es ¿Hasta cuándo?
Agradezco sus comentarios y
retroalimentación a través del correo electrónico davidfigueroa@me.com; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroao /Fb David Figueroa O.
Reseña: David Figueroa Ortega es
empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex
Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora,
entre otros.
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