VISIÓN ECONÓMICA
Luis A.
Galaz
Después de una misión universitaria en el extranjero y
analizando la prensa nacional e internacional reciente, comprobamos la certeza
de los resultados de las encuestas nacionales que señalan la pérdida de
liderazgo, popularidad; y, el desprestigio
de los gobernantes de nuestro país.
También desde marzo
pasado cuando recordábamos al entrañable Líder Luis Donaldo Colosio, y ante los
escándalos locales y nacionales de impunidad y corrupción, resaltábamos la
ausencia de liderazgo y los tres años de parálisis de la economía nacional,
ocasionada por las equivocadas estrategias de política económica, que desde
hace 20 años mal aplican quienes conducen al país.
Ante la ausencia de liderazgo, en el último trienio México
sufre los problemas del nulo crecimiento productivo, desempleo, inseguridad
nacional, inseguridad pública, inseguridad social, pérdida en nuestra
competitividad global; y, los últimos informes de los organismos especializados
en analizar el problema de la impunidad, reportan que México es el peor país del mundo,
solo después de Filipinas, en el Índice Global de Impunidad. De 10 delitos,
sólo uno se procesa.
Estos reportes son avalados por la Universidad de Puebla, la
UNAM y el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia; y además, organismos como
el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial, a consecuencia de la impunidad,
también señalan a México como uno de los países más corruptos del mundo. De 150
países estudiados, ocupamos el lugar 115, siendo los peores Corea del Norte,
Angola y Afganistán, en lugares 150,149 y 148 respectivamente.
El desprestigio de nuestro país por la grave corrupción e
impunidad que genera la ausencia del Estado de Derecho y un gobierno mediocre, alcanza niveles peligrosos para toda la
sociedad. Cada vez son más los Mexicanos desilusionados por el gobierno del
cambio sin rumbo, muy distinto al cambio con rumbo que hace 22 años exigía Colosio.
La no prevalencia del Estado de Derecho, ya es una crítica constante en el
mundo contra el Gobierno Mexicano.
Entre nuestros importantes vecinos del norte y principales
socios comerciales y económicos, ahora ya no sólo Donald Trump y los republicanos
se expresan muy mal de nosotros, sino que últimamente también los demócratas Bernie Sanders y Hillary
Clinton nos están señalando.
Para contrarrestar las irracionales críticas de Trump en los
Estados Unidos, y de muchos otros dentro y fuera de nuestro país, con un
estricto liderazgo político deberíamos aplicar y fortalecer más, mucho más el
Estado de Derecho. Tenemos que recuperar el prestigio internacional, e instrumentar
el modelo socioeconómico de mercado con un mejor sistema de economía mixta, con
un moderno y severo liderazgo político fuerte, firme y eficaz, que genere
suficiente crecimiento económico con equidad social para el México del futuro.
Nuestro problema es que no hemos tenido un enérgico
liderazgo, severo y fuerte, que genere orden, certidumbre, y que sea capaz de
instrumentar sin dilación, las reformas estructurales que se comprometieron
para promover la inversión y fomentar el crecimiento económico, que dirijan
mejor a nuestra Patria ante la inevitable, insoslayable e impostergable globalización.
Hoy más que nunca y con urgencia tenemos que volver a crecer
a mayores tasas suficientes para generar los empleos que necesitan nuestros
jóvenes. Lo reiteramos: la economía mexicana debe y puede crecer más
aceleradamente que en las últimas décadas. Por ello debemos diseñar y aplicar una nueva
política económica que, con estricto apego y cumplimiento del Estado de
Derecho, fije como prioridad-objetivo el desarrollo con estabilidad, y que utilice los
instrumentos y estrategias de política económica para apoyar la competitividad,
innovación, productividad y crecimiento.
No le demos más argumentos a Trump. Nos urge disminuir la
desigualdad económica e inequidad regional, así como mejorar considerablemente
el progreso y bienestar humano autosostenible. Si no rompemos pronto el círculo
vicioso de la creciente y alarmante pobreza, enfrentaremos muy pronto el riesgo
de las fracturas sociales e inestabilidad política.
Sin embargo el progreso no se logra con subsidios populistas
ni derroches de las finanzas públicas ni recursos fiscales; lo primero que
tenemos que lograr es producir más y convivir en armonía bajo el imperio de la
ley. No le demos la razón a Trump, no nos autodevaluemos más nosotros mismos, y
levantemos pronto el prestigio perdido, la acreditación y la reputación nacional.
Para ello necesitamos un liderazgo firme, sobrio, natural,
maduro, experto, severo, moderno y visionario. Un Líder que conduzca un
gobierno eficiente, no obeso ni paternalista; sino solidario, capaz, proactivo,
moderno, visionario, más comprometido con los que menos tienen, más trabajador,
y que desde ahora planifique con una adecuada Visión Económica, claridad y
serenidad, el mejor futuro que nuestros hijos merecen y nos están exigiendo. lugallaz51@gmail.com
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