El
Zancudo / Arturo
Soto Munguía
Saudade es una palabra
del idioma portugués catalogada entre varias, de muchos idiomas, como
imposibles de traducir. Digamos que en español, significa “nostalgia por el
lugar que nunca ha existido”.
El Zancudo, que está muy
lejos de ser políglota (cuando mucho es bilingüe, por aquello de que habla
español y pendejadas) abre esta columna con la anterior cita, porque la acaba
de aprender y porque ayer se dio una vuelta por el ‘plantón’ que un grupo de
perredistas instaló en la sede del partido para evitar que desde la dirigencia
nacional, sean desalojados de esas oficinas, después que los desconocieron como
dirigentes locales.
Y
es que a casi todos los fundadores del PRD en Sonora, este bilingüe columnista
los conoció hace por lo menos 30 años. Eran los años 80 del siglo pasado y
ninguno de ellos se planteaba, ni siquiera remotamente, la posibilidad de
participar en la vida política por la ruta de las elecciones.
La
vía electoral estaba cancelada. Era una farsa. Un montaje de la burguesía y su
Estado para que sus partidos políticos (en este caso el PRI y el PAN, así como
otros paleros) validaran la explotación del hombre por el hombre. Y frente a
eso, no había nada más que hacer, salvo la revolución socialista para instaurar
la dictadura del proletariado.
A
30 años de distancia, desde luego, y asumiendo que mucha agua ha corrido bajo
los puentes, cualquiera puede deducir que está cabrón sustituir una dictadura
por otra dictadura. Pero de eso a ver lo que ahorita estamos viendo, una
izquierda cuyo dilema mortal es decidir si apoya al PRI o al PAN, y en eso se
le está yendo la vida, francamente es, por decir lo menos, vergonzante.
Todavía
en el 87 se dio un fuerte debate para decidir si se apoyaba la candidatura
presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, y algunos renunciaron al clandestinaje y
las divisas de la revolución armada, para sumarse a la vía electoral. Otros,
los menos, se mantuvieron en la trinchera del revolucionarismo.
Con
el paso del tiempo, varios de aquellos (y aquellas, diría Fox) que abominaban
de los burgueses y sus hijos (los pequeño burgueses), descubrieron que era
‘padre’ llegar a una regiduría, una diputación local o federal, una candidatura
a lo que sea; un cargo de dirección partidista… y cambiaron el huarache y la
bota minera por zapatitos de charol y trajes a la medida con todo y corbata.
Adiós
a la casa de interés social, el pañuelo en la cabeza para atemperar los dolores
por un carro que no prende, y venga la residencia amueblada y decorada y el
padroteo a bordo de una Suburban. Bye bye a la caguama compartida y vengan los
cocteles exóticos en sitios paradisiacos.
Claro,
a unos se les cumplió y a otros no. Unos sí pudieron hacer de la vía electoral
un método para tirar el piojo, y otros nomás se quedaron envidiando eso. Pero
explorando la posibilidad de que a ellos también tiene que tocarles.
Así
fue la plática que ayer sostuve, en el ‘plantón’ de los ‘perredistas’, con
Cervando Flores Castelo, un dirigente de izquierda en Sonora del que muchos de
los colegas no conocían siquiera su nombre. Habitante de aquellos lugares que
nunca han existido y por los que siente una nostalgia que tampoco debería
existir, habida cuenta de que su participación en la lucha ha sido casi como
imperceptible.
Pero
bueno, él me decía que Carlos Navarro era un “mezquino y comesolo” ( ni
siquiera a ustedes les da, verdad?, preguntaba). Algo que sí es cierto, porque
al Navarro no le entra ni el soplete, de lo duro que es, tratándose de una
lana.
Lo
que pasa es que a Navarro le quitamos el partido, le ganamos. La Nueva
Izquierda hundió al PRD y nos dejó con tan sólo una alcaldía, la de La Colorada
(un municipio de no más de mil habitantes); nos dejó con muy pocos regidores en
los municipios; nos dejó con una bancada de dos diputados, dividida (Alcira
Chang y el propio Navarro), en realidad la Nueva Izquierda fue la que
“desmadró” al partido, me dijo Cervando.
Y
sí es cierto.
También
me dijo el Cervando que Navarro y Zambrano tienen pactos con el PRI, con Peña
Nieto y con Beltrones.
Le
pregunté si acaso no es Beltrones el jefe, también, de Guillermo Padrés.
Y
me dijo que sí.
Ya
en este punto de la discusión, fue cuando me llegó el recuerdo de la palabra
recién aprendida, y que no tiene una traducción literal: Saudade. Nostalgia por
el lugar que no ha existido.
Y
más al rato, me llega la noticia de que los candidatos de la izquierda en
Sonora son Jaime Moreno Berry, por el PT, y Javier Lamarque Cano, por Morena.
Y
entonces sí ya no sé si cortarme las venas o dejármelas largas.
Total,
yo pensaba que esta contienda 2015 sería una de las más violentas; ahora sé que
también será una de las más cómicas.
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